Para reconocer a los vinos obtenidos en territorios concretos, existe la figura de los Vinos de la Tierra, reconocida a nivel europeo como una IGP, Indicación Geográfica Protegida, con la que se distingue el trabajo de unos agricultores y unas bodegas que han mantenido unos vinos con características propias.
Actualmente este título reconoce cinco zonas, repartidas entre las tres provincias aragonesas: Valle del Cinca, Ribera del Gállego-Cinco Villas, Bajo Aragón, Valdejalón y Valle del Jiloca. Una sexta mención, Ribera del Queiles de carácter supraautonómico.
Estos vinos guardan gratas sorpresas para los consumidores, ya que todos resaltan por su tipicidad y sus posibilidades de desarrollo: las variedades de uva utilizadas, las condiciones de cultivo o su elaboración artesanal son causas de que estos vinos sean nuevos territorios por los que todo buen aficionado disfrutará adentrándose.